Otra
de mis ideas para el fomento de la lectura fue la creación de unas fichas de
gran formato elaboradas por mí. Quería que, a través de la imagen se captara al
posible público lector, pues en ese momento me encontraba dando clases de
preparatoria y necesitaba atraer a los muchachos a como dé lugar. Me di a la
tarea de buscar una serie de textos llamativos, en primer lugar, pues estoy
convencida que la palabra escrita debe ser atractiva por sí misma. No debemos
llevar a los adolescentes ni a nadie a textos aburridísimos pues no se encuentran
preparados para ese tipo de lecturas. De la misma forma que el paladar se educa
para los sabores fuertes para soportar la lectura pesada al lector hay que
educarlo.
De las imágenes a al texto
Entonces,
hay que comenzar con textos ligeros, que sean fáciles de comprender. Pero
incluso aquellos textos canónicos que son considerados alta literatura tienen
fragmentos jocosos que son sencillos y que cualquiera puede acceder a ellos.
Por ello, busqué en mi modesta biblioteca una serie de estos textos que
ayudaran a comprender a mis muchachos el valor de la literatura. Además de lo
anterior, también realicé una búsqueda de imágenes alusivas a cada de texto o,
más bien, fragmento de texto. Tenía en mi selección poesía, cuento y novela.
Las imágenes eran de gran tamaño porque quería imprimir en un gran formato, de
al menos tamaño carta, para impresionar un poco a los chicos.
La impresión, ante todo
Esto
lo hice con toda la intencionalidad: recuerden que dicen que una imagen dice
más que mil palabras, ¿pero es esto realmente verdadero? Yo tenía una actividad
en mente. Con las imágenes impresas por una cara y el texto en el reverso me
dediqué a enmicar cada ficha con mica gruesa, que aunque es más cara, queda un
trabajo más profesional y más duradero. Luego me las llevé para el primer día
de clase. La idea es entrar como un vendaval con los chavos y causar impresión,
sobre todo con aquellos grupos que no te conocen. El impacto es fundamental en
esto. Tomé una ficha al azar, la mostré al grupo, generando expectativa y
mientras todos observaban, leí con mi mejor voz el texto que estaba en el
reverso.
Mientras los chicos observaban, absortos yo tomaba
nota mental de cada una de sus reacciones. Después de eso me presenté, claro
está y les decía que era la maestra de Literatura. Continuando con la dinámica,
les pasaba las fichas a todos, diciéndoles que no podían voltearlas, que debían
escoger una, guiados por la imagen. Una vez que todos tenían una les pedía a
algunos chavos que me dijeran sus impresiones sobre la imagen y que me
comentaran qué esperaban encontrar al reverso, así como si esperaban encontrar
algo literario o no. Una vez hecho esto les otorgaba el permiso para voltear la
ficha y les daba un tiempo para leer el contenido. Nuevamente había un tiempo
para hablar sobre la impresión que les había generado el contenido. Para
finalizar la actividad les dejaba de tarea que investigaran sobre el autor y el
texto que les había tocado.
Las posibilidades metodológicas