Con un humor de perros
Otro libro
maravilloso de la literatura infantil es El
estambre mágico del señor Pug, de Sebastian Meschenmoser y traducido por
Lidia Tirado. Trata de un perro pug que se la pasa molesto porque se enfada al
estar en casa aburrido. Vive con una cerdita que es una princesa y tiene una
varita mágica que le concede deseos. A lo largo del cuento se va explorando la
personalidad cambiante del señor Pug conforme le suceden cosas. Se trata de un
libro que es para niños pequeños, de poco texto y gran colorido. Este libro lo
encontré previamente en un catálogo de recomendaciones de CONACULTA, si no
recuerdo mal, para niños y cuando lo vi en Fondo de Cultura Económica, no dudé
en comprarlo.
La relación de los niños con los libros
Claro que
primero lo hojeé un poco: tenía que pasar por un filtro, no es que vaya por la
vida comprando todo libro que se me pone en frente, independientemente de las
recomendaciones por muy oficiales que sean. Pero debo decir que es un libro que
mis sobrinas adoran y más porque ellas tienen una perrita pug, como prueba la
foto que les dejaré con el maltrato que ha sufrido el libro por el uso. Aquí
debo acotar que como adultos no debemos poner el grito en el cielo por los
daños que los libros sufren cuando los niños los manipulan, pues para eso son.
Mi sobrina menor ha mutilado, literalmente, varios libros, al grado que opté
por comprarle libros de tela aun cuando ya era algo grande para ello. Debemos
comprender que los niños son niños, después de todo y están en una etapa de
aprendizaje y si no conviven con los libros ¿cómo van a aprender a manejarlos?
Ellos necesitan tener su propio material para romperlo, si es necesario, hasta
que comprendan su funcionalidad. Hoy en día mi sobrinita pequeña, cuando hago
video llamadas a la mayor para que lea, también quiere mostrarme sus libros
aunque ella no tenga idea de cómo leer.
Una calcomanía, identidad y pertenecia
La historia del
señor Pug es muy bonita pero no solo eso, sino que enseña a los niños como
manejar emociones negativas sin que ellos se den cuenta de ello y a ser
proactivos de una forma muy sutil, lo que evidentemente es un gran acierto de
parte de Sebastian Meschenmoser. Además recuerdo que en algún lugar leí que él
mismo realizó las ilustraciones, lo que hace que el libro tenga una gran
concordancia entre texto e imagen. El libro es tan bueno que mis sobrinas han
hecho el libro realmente suyo y es evidente en el hecho que en la portada le
han pegado una calcomanía. Uno de adulto pensaría que los niños van por ahí
pegando estas cosas a diestra y siniestra, pero la realidad es que no es así.
Se trata de un objeto personal donde están imprimiendo sus sentimientos, su
personalidad y legitimando su pertenencia. Al menos así me lo parece a mí
porque de todos los libros que les he regalado es al único al que lo han
marcado así y me parece que eso lo hace especial, lo identifica. Por ello les
dejó para concluir la imagen del libro en su estado actual.
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