Hace algunos meses vi, en algún lado, la convocatoria para una revista de la Casa de la Cultura de Tacámbaro. Como escritora, me emocioné. Pocas son las oportunidades de publicar en mi terruño. En realidad, es difícil para mí publicar como para cualquier escritor primerizo. Así que me decidí y envié mi texto para el primer número.
La sorpresa
Lo que no me esperaba es que mi buen amigo Iván, de quién ya he escrito en este blog, fuera el editor. Su proyecto Letras en la Soledad que hizo con sus alumnos fue un gran descubrimiento para mí. Si bien he trabajado como profesora de primaria (dando clases de inglés) sus publicaciones de aquel entonces me maravillaron. En mi caso, pasa que no tengo la vocación docente para inspirar a los alumnos a escribir y leer. O al menos no lo suficiente porque a nivel preparatoria siempre tuve una tasa alta de reprobación. Y eso, desanima como maestro.
¿Me publicó por ser su amiga?
Para nada. Descubrí hasta después de publicado el primer ejemplar que él estaba a cargo. Por ello me enorgullecí de que se cumpliera el refrán: Arrieros somos y en el camino andamos. En aquel primer número escribí un texto titulado "Entre el ganado y la mecánica de la naranja". No sabía si sería viable publicarlo en una revista de la región. Es un texto... diferente a lo que suelo escribir. Temía que la temática fuera "muy fuerte" o que no la aceptaran por el contenido del escrito. Y no es que hubiera puesto algo realmente indigerible. Al contrario. Considero que es muy actual, sólo que el temor se extendía a que los lectores consideraran que mi cuento estuviera reflejando mi posicionamiento frente a todo lo que expreso.
Lo que sucede es que yo considero que algunos personajes que aparecen ahí son machistas, desde mi perspectiva. No deseaba ser considerada como machista (tampoco me agradaría la idea de que me cataloguen feminista...) y la cantinela de la Facultad de Letras de que el autor evidencia su postura a través de su literatura la traía incrustada. Al fin y al cabo lo que bien se aprende no se olvida. Como estudiante era válido. Como escritora debo desaprender eso. Bailar en una dualidad.
Mucho rollo, mejor volvamos a Tarheni
Ahora se ha publicado el número dos de esta excelente revista. No lo digo porque yo escriba ahí. La calidad de mis compañeros escritores es fascinante. Iván ha tenido el buen tino de incluir un suplemento a la revista que aunque no me he detenido aún a leer completo las primeras páginas son una delicia. Lo mejor de todo es que la publicación es electrónica y gratuita, se puede compartir de forma libre. En el primer número hubo una versión impresa que se vendió en la Casa de la Cultura de Tacámbaro, cual debe ser. Siendo una publicación que proviene de este lugar no hay mejor sitio para comercializarlo.
Si mal no recuerdo tenía un costo de cuarenta pesos. Por supuesto que me hice de mi copia impresa, faltaba más. No sé si habrá un tiraje de la nueva edición de Tarheni mas no lo dudo. Además de un magnifico profesor, Iván es aún mejor editor e impresor de lo que es frente a grupo. Como prueba Letras en la Soledad que empalma dos de sus múltiples facetas.
¿Dónde encontrarla en línea?
La página de Tarheni de Facebook es esta, y ahí pueden encontrar las revistas. Si quieren evitar la fatiga, les dejo los enlaces: suplemento revista No. 2, Tarheni Revista No.2 y por supuesto Tarheni Revista No. 1. Ojalá disfruten los textos tanto como nosotros, los escritores, disfrutamos escribirlas. Les dejo por último la portada de la revista correspondiente abril, mayo y junio. Finalmente, pueden leer la entrada sobre Iván en el siguiente enlace: Iván Ceja, el impresor del Colectivo Colibrí.
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