Generalmente
cuando escribo, la naturaleza me llama la atención, pero en estos poemas se deja
ver, y mucho. El primer poema está inspirado en un pino que está afuera de mi
casa, al cruzar la calle. Me ha encantado tanto el poema que pienso algún día
mandarlo hacer en una lámina y colgarlo sobre el propio pino, tal vez… no sé,
es una idea que traigo en mente pero me detengo ante el pensamiento de herir el
árbol al colgar la lámina. Tampoco es que me ronde mucho la idea. Ya veremos.
Los otros dos poemas hablan de cosas también de naturaleza, en especial Brisa. Que los disfruten.
El pino
Solo, erguido y venerable
te yergues orgulloso pese a tus años,
incontables. Estuviste aquí antes que nadie,
eres un sobreviviente de milagro, mutilado.
Sobre tu cuerpo añoso quedan rastros
de incontables heridas.
¡Y tus muñones! Se cuentan por decenas
en varias de tus ramas, pero ello
te hace crecer en majestuosidad.
Augusto obelisco de finas hojas,
monolito vegetal de figura regia,
pilar de hierba señorial de mirada clara,
dime que tus raíces son tan fuertes
que no veré tu tronco convertido en tocón.
Desafiante ante las adversidades
eres casa de ardillas e insectos
y sólo de vez en cuando sueltas una piña
como si fueras desgranando de a poco
lágrimas solitarias.
Refugio de aves que con su trino,
las mañanas te alegran.
Santuario de los niños, quienes
jubilosos en ti columpios instalan
o a las escondidillas juegan,
yo fui uno de ellos, en mis recuerdos te llevo.
Te abrazo para aspirar tu fuerza y tu perfume
e intentar llevar conmigo algo de tu savia.
Quédate presente en nuestras vidas,
noble pino, porque tu sobra nos ampara
y nos reconforta en este terreno baldío.
Esperanza
Ramas secas de maleza perviven en el
árido y pedregoso suelo del cerro
más no debes engañarte viajero del tiempo
ahí hay vida, tal vez rastrera, pero vida.
Las arañas pululan en las aguas
y aún ahora su existencia no mella:
hay alimento, desde moscas hasta saltamontes
pasando por escarabajos y ciempiés;
pero cuidado, su hermana mayor,
la tarántula también tiene hambre.
Las avecillas van en busca de gusanos despistados
la tierra no es propicia para ellos
y los pocos árboles que hay no dan sombra,
sus hojas están marchitas.
Triste lugar abandonando, nadie te visita.
Sin embargo, hay un rumor.
Alguien habla de reforestación.
Hay esperanza.
Brisa
Al principio cantan, cantan las cigarras
y las nubes indolentes no derraman
ni una sola lágrima...
Luego la sombría tarde,
suelta pequeños diamantes.
¿Se convertirá en lluvia incesante?
Lentamente, el petricor perfuma el cerro,
con las primeras aguas de la temporada.
Es tímida la lluvia a la vez que indecisa.
¿Le teme al viento? ¿O es que está tranquila?
Tal vez su día ha sido sereno y con un bostezo
solo riega la hierba para que no muera,
reservándose para una ocasión más provechosa.
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