Los
matices de una pluma de la región cañera
Entre los miembros del Colectivo Colibrí hay de
todo y no nos podía faltar un escritor que fuera polifacético, como es el caso
de Omar García Peñaloza. Y es que por un lado tenemos a un poeta romántico que
hace uso de la palabra de una forma estética que me encanta y al mismo tiempo
tenemos al cuentista crudo que habla de la muerte, del día a día en la zona
cañera del municipio de Turicato del estado de Michoacán. Es placentero y grato
ver como ambas perspectivas confluyen en él, pues todos tenemos más de una cara
y mostramos cada una dependiendo de la situación; de hecho, el símbolo por
excelencia del teatro son las dos caras, una sonriente y una feliz que
representan la comedia y la tragedia, lo que me parece muy ad hoc para Omar
porque se asemeja a su poesía y su narrativa.
Los
relatos de Omar
Sus textos son sublimes, nos hacen ver que el
mundo existe y conviven las dos caras de la moneda sin que por ello se demerite
la belleza de ambas cosas. Me es difícil inclinarme por alguno de sus géneros,
pero he de decir que su narrativa es maravillosa y muy original. Mi cuento
favorito de es el de “Nano” de su libro Cuentos
de caña y muerte que en alguna ocasión le escuche leer en vivo y desde
entonces me fascinó. La sordidez del cuento y las figuras retóricas son
sencillamente magnificas, de un humor negro insuperable. Lo que hace a sus
cuentos aún mejores es la veracidad del mundo en que se inscriben puesto que
aunque se trata de ficción se acercan demasiado a la realidad al grado que pudo
haber pasado en la vida real.
Otro de los cuentos que
aparece en el ya mencionado libro habla sobre la forma tan difícil que tienen
los indocumentados para pasar la frontera de México con Estados Unidos y todo
el proceso que uno de sus personajes vive al cruzarla. Las peripecias son
muchas, el sol ardiente y los rangers están por todos lados con sus
helicópteros y perros que los acechan. Es muy fácil adentrarse en el texto y
sentirse acosado por la migra, al grado de sentir las patrullas a tus espaldas
y el calor del desierto.
Sus narraciones tienen
palabras del habla popular, lo que hacen el texto más cercano y accesible al
lector de la región; pienso que para aquellos que no conozcan el lenguaje de la
zona les pueda parecer que son regionalismos los que usa Omar, pero es una buena
oportunidad para acercarse idiomáticamente a la zona y conocer el habla común
de tierra caliente. Es un rasgo peculiar que no se encuentra en cualquier libro
y una forma sencilla para acceder a la cultura sin viajar a la zona en
cuestión.
Los temas de sus cuentos no
solo tratan la muerte y la violencia, sino que también hablan sobre la
religión, la situación económica que vive el país así como la vida cotidiana de
la gente del campo y los demás ciudadanos que en general son gente humilde. Sus
personajes son gente del pueblo, conocidos por todos, formando un conglomerado
reconocible entre ellos, dándole al lector la sensación de que se encuentra
inmerso en Tacámbaro, Chupio, Pedernales o Puruarán que son los lugares donde
generalmente se desarrollan las acciones de sus textos.
Su
lírica
En su poesía, por otro lado, la sensualidad, el
amor y el deseo se derrochan a partes iguales. De vez en cuando la tristeza y
la muerte también se dejan ver, pero de una forma más elegante, siendo un tema
elevado, que lleva a los sentidos enaltecidos a mover las fibras más sensibles.
Su lenguaje es siempre sentimental sin caer en la cursilería, pues usa
elementos precisos, de buen tono y una adjetivación adecuada. Lo mejor de sus
poemas es oírlos en voz del propio autor y es una lástima no poder llevarlo a
todas partes para poder escucharlo cada vez que se quiera releer un texto… que
bueno, también tiene su vida, se entiende. Pero tal vez habría que pedirle que
hiciera unos vídeos en YouTube donde declame su obra.
Acerca
del autor
Omar nació en Puruarán, municipio de Turicato
el 19 de octubre de 1981; sus padres son Marcos García y Ana María Peñaloza.
Como persona es muy agradable y me congratulo de contar con su amistad. Ha sido
profesor de Literatura en Colegio de Bachilleres en varios planteles del
estado, entre ellos en Tacámbaro, lugar donde lo conocí aunque a mí no me dio
clases. Nos encontramos porque por aquel tiempo yo comencé a participar en
concursos de poesía y cuento, algunos de los cuales gané. Y fue él quien me
dijo que existía la entonces Escuela de Lengua y Literaturas Hispánicas, ahora
Facultad de Letras, de la Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo.
Agradecimiento
Si no hubiera sido por él, yo no habría
estudiado ahí. De hecho, profe Omar, quiero aprovechar la oportunidad para
decir algo. Si está leyendo esto, mil gracias por decirme que existía la
escuela y recomendármela; sin usted, si no se hubiera cruzado en mi camino, yo
no sería quien soy hoy. No sólo no habría estudiado letras, todo lo que soy hoy
no existiría, la gran cantidad de cosas que aprendí, las personas que conocí,
incluso la estancia académica que hice al extranjero no se habría dado y estoy
inmensamente agradecida por eso. Insisto, muchas gracias por ello. Tal vez
nunca se lo he dicho en persona, pero ahora quiero dejar constancia por escrito
de ello.
Dicho lo anterior (limpio el
vértice de mis ojos…), pasaré dejar algunos de sus textos.
La subvención
Sobre el corredor de la casa que se encontraba
al lado de la parroquia San José, caminaba el padre Rafailito Martínez, más
conocido como el padre Martillo, porque dicen las gentes del pueblo que cuando
te encontraba entre sus peregrinares subvencionarios por las calles, te llegaba
de sopetón por la espalda, te daba un zape en la cabeza y sin más ni más les
decía con énfasis: –¡No has ido a misa hijo! –, al mismo tiempo de que les daba
un retorcijón en la oreja o la patilla del cabello y les ponía una charola para
que le pusieran los pesos que tendrían que haber depositado en la misa.
Éste ya pasaba de los
cincuenta años, era alto y de piel blanca, de ojos verdes, con su pelo ya cano
y su caminar cansado, vestía pantalones de pana y guayabera, su sombrero de
astilla infaltable; y a su lado iba el padre Fidel, este por el contrario era
joven, no pasaba los treinta y cinco, cabello lacio, moreno y nariz afilada.
Éste por el contrario del padre Martillo era serio, dedicado a su labor
evangelizadora, recién ordenado, tenía fresquecita la ideología de que el
sacerdote está al servicio de los más necesitados.
Ambos se dirigían hacia la
sacristía para preparar la misa de las seis, la cual a diferencia de días
pasados era a las de siete, pero como la concurrencia disminuyó por el cambio
nacional de horario ya que anochecía más temprano y principalmente por las
balaceras que tenían azorado al pueblo, se tuvo que ajustar la hora de la
eucaristía de las siete a las seis. Los sacerdotes entraron a un pequeño cuartito
en el que pendían varios santos sobre las paredes, entre ellos Santa Cecilia,
patrona de los músicos, San José, el niño Dios y el señor del Huerto, el santo
más venerado de la población dizque por sus milagros y no podía faltar un
crucifijo casi tamaño regular; allí los aguardaba el sacristán “Cinco copas”
preparando las sotanas que usarían para la celebración. A éste, decíanle cinco
copas porque entre sus aventuras obscenas platicaba que la virginidad para él
ya era una cosa del pasado, que él ya llevaba cinco copas, dizque porque una de
las susodichas que cayó entre sus lujurias sólo tenía un seno.
Mientras que los sacerdotes
ingresaban en el pequeño cuartillo comentaban sobre la estrategia inmediata
para la recolección de fondos en la misa, ya que consideraban importante ese
asunto, al respecto el padre Martillo dijo:
–Ahora sí nos tenemos que
lucir con las oraciones en pro de la paz del pueblo padre Fidelito; ya ve que
todos nuestros feligreses han montado por las calles sus altares con ese mismo
propósito, ¡ah! Y no se diga por las sagradas limosnas, ya ve que cada vez que
emitimos las santas oraciones para que se acaben las balaceras en el pueblo
dejan caer más dinero sobre los canastos, ya ves que la pobrecita gente ni a la
calle puede salir después de las ocho.
–Pero, padre Rafailito, ¿qué
está usted diciendo? –dijo el padre Fidel sorprendido.
–Mire padre Fidelito lo
primero que tiene que aprender usted, para hacerse cargo de una parroquia, es
que sin limosnas usted no come, que sin limosnas usted va andar a pata toda la
vida y sobre todo que sin limosnas no podrá instalar ese negocio que tanto ha
deseado; recuerde que la Iglesia si ayuda, pero también recibe.
–Pero padre Rafailito, ¿y los
juramentos, y la ética sacerdotal?, además para qué quiere usted tanto dinero,
no se supone que somos una comunidad sacerdotal humilde y fiel al prójimo.
–No suponga usted nada padre
Fidel, usted es nuevo aquí y por lo tanto tiene que aprender muchas cosas,
comprenda que Dios ha sido bondadoso con todos sus siervos desde la fundación
de su santa iglesia y considero que si nos va bien en las limosnas es porque Él
quiere que todo aquel que cumpla con sus mandatos goce de los privilegios que
ofrece nuestra congregación.
–Pero padre Rafailito no sea
usted tan cabrón…
–¿Cabrón yo?... Ya te veré
Fidelito, ya te veré…
Después de tan agitada
plática se enfundaron entre sus sotanas y se dispusieron a comenzar la santa
misa, los monaguillos estaban en posición y el padre martillo se sorprendió al
ver repleta la parroquia, tanto que desde el altar se divisaba el asomo de unas
cuantas cabezas que se estiraban desde el atrio para alcanzar a oír la palabra
del Señor.
–En el nombre del padre, del
hijo y del espiri… evocó el padre martillo para dar inicio con la misa, poco
después durante el sermón, que apropósito fue del curioso caso de Sodoma y
Gomorra, comenzó a decir:
–Hijos míos en estos tiempos
tan difíciles que nos pone nuestro señor Jesucristo es necesario hacer nuestras
oraciones para que termine este calvario y no nos llegue a pasar lo que les
pasó a los sodomitas y los gomorritas, porque nuestra causa aún no está
perdida, es necesario rezar mucho; pero además de las oraciones es también
necesario ayudar a su santa iglesia para que sus siervos no se pierdan en el
camino, para que vean que no están solos y así nuestro señor apruebe nuestro
comportamiento e interceda por nosotros e interceda en los problemas que tanto
aquejan a nuestra comunidad y nos dé la paz que sus hijos merecemos alejando a
Satanás de estos alrededores.
Después del sermón y la
petición por el perdón de los pecados mediante el Credo, el padre Martillo
procedió a realizar la consagración de la hostia y el vino, y comenzando a
hacer esto guiñó el ojo a los monaguillos para que con los canastos empezaran a
recorrer las filas y recoger la limosna de los asistentes, mientras que dos
señoras pertenecientes a la Vela Perpetua comenzaron a cantar:
–Una espiga dorada por el
sol,
y el racimo que corta el
viñador
se convierten ahora en pan y
vino
por el cuerpo y la sangre del
Señor…
En ese momento el monaguillo
que recorría el ala derecha de las bancas, distinguió a uno de los hombres que
violentaban al pueblo, con su pistola 38 súper fajada en la cintura y su rostro
mal encarado mostrando al monaguillo una sonrisa, arrojó un sor juanita que
cayó boca ariba sobre el canasto lanzando una mirada piadosa hacia la bóveda de
la parroquia –Padre nuestro que estás en el cie…, –continuaron las oraciones–.
***
Sin embargo, nunca faltan las
gazmoñas en la misa que en vez de estar orando con verdadera devoción se la
pasan echando chisme todo el rato, éstas estaban cerca del señor del
prendimiento y entre cuchicheos comentaban:
–Si te digo que los curas
ahora si están haciendo su agosto, el otro día mi comadre Panchita me dijo que en
la limosna del domingo sacaron como ocho mil pesos, como ella hace el aseo de
la casa parroquial.
–No pos sí, a mí también me
dijo que ya estaba hasta el gorro de atender al padre Martillo, que porque
nomás le decía que lo que estaba haciendo por él, Dios se lo pagaría y que no
le da ni pal’ refresco; y lo peor de todo es que el otro día entró al baño que
está pegado a la sacristía y que oyó que el padre rezaba, y que decía: –Padre
mío si es tu santa voluntad que esto termine, así sea, pero si no es así, trata
de ablandar los corazones de éstos malos hombres que está amenazando al pueblo
y pues a la pobre gente socórrela para que también sigan socorriendo a su
iglesia– y pos cómo no si entre más balazos hay, más gente va al templo y más
limosnas les dejan –concluyó la señora.
–¡Uuuh!, y con eso de que se
acaba de sacar un carro nuevo, dicen que todavía debe la mitá; no cabe duda que
ya no quedan curas como el padre Chucho, ese si veía por la gente y tanto luchó
pa’ que se abriera el ingenio azucarero, hasta que se murió el pobrecito en un
barranco.
Aun no finalizaban su tan
interesante conversación cuando el padre Martillo con una garraspera que emanó
del interior de su garganta y que resonó en la bóveda de la iglesia las hizo
guardar silencio, y éstas de manera súbita comenzaron a cantar el Ave María de
manera desentonada.
***
Finalizada la misa los
sacerdotes ingresaron nuevamente a la sacristía donde aguardaba el cinco copas,
éste los ayudó a quitarse las sotanas mientras ellos platicaban:
–Ya vio padre Fidelito, cómo
esto de las oraciones sí funciona, y para el transcurso de la semana tengo
planeado sacar al santísimo para el rosario, ya ve que a este también asisten
la mayor parte de rezanderas. Y espero no volver a aquellas crisis que pasamos
el año anterior; y menos quiero que se acaben los rezos ahora que acabo de
sacar mi carro, ¿ya vio que es un Corsa?
–Pues si padre Rafailito,
pero… lo llevará sobre su conciencia, además, quiero confesarme ahora mismo,
pero no con usted yo voy con el padre Fulgencio.
–Que conciencia ni que nada,
a ti te voy a regalar el Chevy que acabo de dejar, a fin de cuentas yo no tengo
familia y ya te quiero como si fueras mi propio hijo, ¡ah!, a propósito yo que
tú no iba con el padre Fulgencio ese cascarrabias es peor que yo. Y otra cosa,
si vas a andar con Filomena nomás escóndete bien, porque aquí se arma cada
argüende.
Nostalgia
Hoy amaneció sin tus
cabellos,
la mañana se mostró llena de
tristeza.
El día se tornó lúgubre;
y esta lluvia incansable se
combinó
con la escénica sombra.
Mis ojos se abrieron con la
almohada entre mis brazos,
sentí tu profunda lejanía,
parece que el tiempo y la
distancia
confabulan en mi contra;
se tornan como entes
plausibles
que esperan mi derrota
ganando por nockout.
Justo cuando ruedo sobre la
cama
al momento en que muerto tu
recuerdo,
me percato que me miras a
través de tu retrato,
me clavo en la miel de tus
ojos,
y me doy cuenta de tu
desesperación
como si estuvieras atrapada
en un abismo,
en el limo de un hoyo
profundo.
Entonces mirando al techo,
siento que se me avecina el
mundo,
que mi caparazón de suerte se
ha resquebrajado
y que mi espacio implosiona,
como si fuera una obra
suprema que intenta
borrarme del mapa.
Sé que ya no estás aquí
pero aun así mi recuerdo
sigue
rastreando tu sombra,
sigue ordenando encontrarte,
sigue reteniéndote en la
prisión de mis labios,
sí, aún se te guarda como
amuleto intangible
y se te idolatra como tótem
confuso.
¿Qué voy a hacer con este
tiempo?
¿Qué voy a hacer con tu
recuerdo?
¿Qué voy a hacer si no te
tengo?...
Nebuloso
Nebuloso, nebuloso,
nebuloso entre la niebla
niebla blanca, niebla sombra,
que se escapa entre tus ramas
como la marchita alondra.
Nebuloso, nebuloso,
nebuloso tu recuerdo,
se me fue como la niebla,
como la sonrisa tibia
que arranca la primavera.
Nebuloso, nebuloso,
nebulosa fue tu aroma,
como vapor del verano
que se esfuma de tu mano.
Nebuloso, nebuloso,
nebulosa fue tu risa,
como hojarasca de otoño
que con el viento desliza.
Nebuloso, nebuloso,
nebulosa fue tu sombra,
se perdió con la distancia
como el eco entre la tundra.
Nebuloso, nebulosa,
nebulosa siempre fuiste,
nebulosa yo te quise,
nebulosa te perdiste.
Nebuloso, nebuloso,
nebuloso entre la niebla
niebla blanca, niebla sombra,
que se escapa entra tus ramas
como la marchita alondra.
Me he
cansado
Me he cansado de esperar tus
labios
aunque mi mente insiste
en no borrar el perfume de tu
boca.
Ya ni las estrellas me
consuelan,
porque las veo lejanas,
distantes,
como tus ojos amantes.
Me he cansado de esperar tus
manos,
aunque mi cuerpo insiste,
en no borrar tu tacto grácil.
Ya ni sabanas de seda me
consuelan,
porque su frialdad no sacia
mi cuerpo en pesada noche en
vela.
Me he cansado de esperar tu
voz,
aunque tus ecos me retumban
la memoria
y me llamen y me inciten a
seguirte con euforia.
Me he cansado de esperarte,
de esperarte para amarte
aunque sea a cuenta gotas,
aunque sea con mi derrota.
Portadas
de los libros de Omar García Peñaloza
BIBLIOGRAFÍA
García Peñaloza, Omar (2009).
Remigio y otros cuentos. Secretaría de Cultura.
García Peñaloza, Omar (2013). Cuentos
de caña y muerte. Versión Kindle. https://www.amazon.com.mx/Cuentos-ca%C3%B1a-Muerte-Cuento-corto-ebook/dp/B085VFD4Z3/ref=sr_1_1?__mk_es_MX=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&dchild=1&keywords=cuentos+de+ca%C3%B1a+y+muerte&qid=1621790557&sr=8-1
García Peñaloza, Omar (2019). Entre
sombras. Curicaueri.