El siguiente es un ensayo que escribí hace ya varios años cuando la reforma educativa estaba apenas comenzando a sonar en el magisterio y me planteaba si era o no una solución viable. Hoy sabemos que ha sido un parche que se pegó en un barco lleno de agujeros y que ha subsanado menos problemas de los que ha creado; al menos así me lo ha parecido a mí como profesora. Sin embargo me gustaría que leyeran el contenido de este ensayo, que comentaran lo que les ha parecido y que opinen acerca del tema. Si hay profesores en activo que lean estas palabras les pido encarecidamente que me dejen sus comentarios ya que sería enriquecedor tener sus puntos de vista respecto a esto. Recuerden que lo aquí escrito es sólo mí opinión y que son libres de ir en contra.
De cara al problema de la educación
Durante años se ha tratado de mejorar la
educación en México pero, por distintas razones, la mayoría de los intentos han
fracasado en mayor o menor medida. Todos estos intentos de cambio educativo han
tenido sus pros y sus contras y el plan de la nueva reforma educativa que se
está tratando de implementar en México desde algunos años no es la excepción.
Basta un vistazo rápido
a la reforma, sin detenerse a leer con calma, para darse cuenta que la
propuesta que maneja la reforma es excesivamente amplia y débil. Es
exorbitantemente amplia porque al menos en los programas de primaria en el área
de español se les pide a los alumnos una cantidad de proyectos y actividades
imposibles para un alumno de primaria común. Ahora, también hay que tomar en
cuenta que aunque el español es un área de suma importancia no se puede tratar
todo el curso solamente de español, los alumnos deben llevar matemáticas,
ciencias naturales, educación física, computación y demás materias que se han
ido integrando con el tiempo en la enseñanza cotidiana.
Sería interesante y
maravilloso que un niño de primaria fuera capaz de elaborar obras de teatro y
guiones de radio estando en primer año de primaria, tal como lo asegura la
reforma; pero en este tema hay que ser realistas: para que los proyectos de la
reforma educativa tuvieran éxito y los alumnos mexicanos poseyeran ese avance
en su aprendizaje, habría que hacer un trabajo extra y previo para que el niño
aprenda a leer y escribir antes de entrar a la primaria y así enfocarse en los
proyectos que desarrollarán distintas habilidades. Y es en este punto donde se
encuentra una de muchas debilidades de esta reforma.
No se puede esperar que
exista un cambio de la noche a la mañana, el ejemplo más claro de que esto no
puede ser posible es Chile con su reforma que hace más de diez años fue
implementada y que en la actualidad aún no aterriza por completo. Entonces,
¿cómo se espera este cambio en México? Supongo que antes de emprender todo este
cambio se realizaron los estudios pertinentes para ello, pero ¿exactamente
quién los hizo? Y más importante aún ¿se tomó en cuenta la experiencia laboral
de todos aquellos maestros que tienen más de quince o veinte años trabajando en
las escuelas? Si le preguntamos al secretario de educación Alonso Lujambio o a
la líder sindical Elba Ester Gordillo, es más que seguro que dirán que se
hicieron muchas pruebas e investigaciones de rigor.
Sin embargo, idealizar
y escribir esas utopías sin pisar un salón de clases ni conocer el panorama
educativo real no es lo más ideal. No digo que no se haya hecho ninguna
valoración entorno a la educación en México, pero es claro que hizo falta
ahondar en este rubro porque en las aulas donde se está tratando de aplicar el
nuevo modelo se están generando nuevas y más deficiencias. Tampoco hay que
ponerse en total desacuerdo con la reforma porque obviamente si se llega a
consolidar sería un gran avance para la educación en México, la pregunta es
¿cómo llevar a cabo este inmenso proyecto?
Sin un plan de trabajo establecido la globalización crea fronteras
Se debe tomar en cuenta además que la
reforma educativa tiene como propósito semejarse en los estándares de calidad
mundiales. Francamente, no se puede perseguir una meta como esa en la actual
condición del mundo y específicamente de México. Los países altamente
desarrollados no presentan los problemas económicos, sociales, políticos,
demográficos, etcétera, que tiene un país como México. Un niño inglés
definitivamente presenta mejor aprovechamiento en la escuela que uno que habla
purépecha y vive en Pátzcuaro, pero esto no quiere decir que el alumno inglés
sea mejor que nuestro ejemplo michoacano, simplemente las formas de estudiar,
de vivir, de comer, hasta de respirar son distintas por completo y no se les
puede exigir de la misma manera.
La globalización nos
está llevando a un extremo alarmante en el cual debemos comer, dormir y
descansar menos pero producir más en menos tiempo y con una mejor calidad. ¿Se
espera acaso que los alumnos entren en este proceso de crecimiento a marchas
forzadas sin una orientación adecuada ni planes de acuerdo a sus capacidades
actuales? En la mayoría de los países lograr un cambio radical en procesos tan
antiguos que en ocasiones llegan casi a convertirse en dogmas es muy difícil,
puede llevar decenas de años consumar tal plan pero en el caso de México es aún
más difícil porque hay una diversidad extraordinaria, hablemos de lenguaje para
mostrar un ejemplo.
Tenemos estudiantes que
hablan maya, náhuatl, purépecha, totonaca, huasteco, otomí, mazahua, tarahumara
y decenas de otras lenguas indígenas además del español. Y para todos estos
alumnos en la mayoría de los casos no existen programas en su lengua materna ni
apoyo de ninguna clase. Además del idioma se enfrentan dificultades geográficas
en México por el gran territorio nacional que poseemos, razón por la cual
muchas comunidades alejadas del centro del país se quedan incomunicadas, sin
servicios básicos y muchas veces sin maestros o sin escuelas. ¿Cómo un niño
maya que no habla español, que es hijo de una familia de once, que tiene que
trabajar para comer, cargar agua a su casa por kilómetros y que no cuenta con
una casa decente puede ponerse al nivel cultural e intelectual de cualquier alumno
de un país altamente desarrollado?
No soy yo alguien
oportuna para exigir que las personas encargadas del tema tomen nota ante este
problema, pero creo que sin necesidad de que yo escribiera esto la nación lo
pide a gritos, pide cambios en todos los sentidos, pero habría que empezar por
la educación para forjar personas competentes en todos los ámbitos. Una
solución no puede caer del cielo, pero trabajando se llegaría algún acuerdo,
hablando con los especialistas que tienen experiencia en la materia, desde mi
punto de vista considero que es necesario crear reformas, sí, pero con base a
las necesidades de los alumnos y el medio en el que se desarrollan para evitar
problemas de peso que a la larga podrían ser peores y no solucionarían nada.
Tampoco creo que
proponer un cambio de tajo a las metodologías anteriores sea la solución
esperada por todos los pedagogos preocupados por la educación mexicana, más
bien habría que comenzar por un cambio paulatino, sin esperar grandes hallazgos
porque se trata de un proceso de “ensayo y error”. Como sociedad debemos ser
conscientes de esto y de que todo lo que se habla entre las personalidades del
gabinete presidencial, sea cual sea su título, generalmente suele ser un discurso
casi perfecto que en la práctica no tiene ni la sombra de lo que se había dicho
en las conferencias de prensa.
Una reforma, sin un
cambio verdadero no funciona en ningún lugar, por lo cual creo que se debió
enseñar a los maestros con más detenimiento y profundidad la forma en que se
debía trabajar los nuevos libros del estudiante, las metodologías, la
estructura de las mismas, la razón del cambio, pero no una imposición por
decreto con base a lo que está en boga entre los profesores del resto del mundo.
Una
mirada nacional donde todos aportemos hacia una solución
Finalmente, creo que en muchas ocasiones
un cambio no depende de lo que se dice o se maneja en el exterior, sino de cómo
funciona el sistema en el interior. La educación no es un asunto exclusivo de
la escuela, el gobierno o de los profesores. La educación también es un
problema latente de los padres de familia –no por nada se dice que la familia
es la primer escuela– y en mayor medida de los estudiantes mismos. Los niños y
jóvenes de hoy en día no suelen estar muy inmiscuidos en la escuela aunque
pasen la mayor parte del día en ella, lo cual no debería ser así. Si nos
ponemos a buscar a los culpables del asunto sería un cuento de nunca acabar
porque nos encontramos frente a un círculo vicioso: los alumnos que no quieren
estudiar, los padres que no motivan a sus hijos a estudiar, los maestros a los
que no les interesa si aprenden los niños y jóvenes de los que se encargan
diariamente, los gobernantes que no destinan los presupuestos necesarios a la
educación…
Pero afortunadamente no
se trata de eso porque existen personas –niños, jóvenes, profesores, padres de
familia– que sí se interesan en la educación y que de acuerdo a sus
posibilidades hacen algo para que eso cambie, para que exista un aprendizaje real
en todos los individuos, independientemente de razas, religiones, sexo y demás
cosas que suceden cotidianamente.
Por lo tanto, llego a
la conclusión que no importa si es o no la reforma educativa la solución para
mejorar el déficit de conocimiento en México porque siempre va a existir algo
en lo que no estemos de acuerdo, algo que le falte a la educación para mejorar,
algo que criticar. Pienso que debemos enfocarnos en cuáles son los problemas
tenemos, en cómo solucionarlos y quiénes son las personas adecuadas para
abordarlos, dejando de lado quien es el culpable porque a final de cuentas
todos los somos en cierto grado y por lo tanto todos tenemos la responsabilidad
de hacer algo para cambiarlo, sin importar si nos dedicamos o no a la educación.
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